Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos - page 190

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matemáticos asociados a aspectos básicos y aplicados de la mecánica de fluidos, le hace uno de los
más brillantes teóricos en este área en el ámbito internacional. La aplicación de sus teorías a la com-
bustión es reconocida por las autoridades actuales en la materia, que no dudan en señalarle como un
maestro. En su centro de trabajo de la Universidad Politécnica de Madrid es querido por sus alumnos
y respetado por sus compañeros. Todos admiran su dedicación desinteresada a la docencia, el alto ni-
vel de sus enseñanzas y su calidad humana de hombre solidario y sencillo y de trabajador infatigable.
De la Cuba tan profundamente unida a lo largo de la historia a los sentimientos y al cariño de
los españoles, nos llega el ejemplo de un hombre que es hoy un símbolo para la juventud amante
del deporte en todos los países en los que se habla nuestra lengua.
Javier Sotomayor, Premio Príncipe de Asturias de los Deportes, representa el desafío mítico del
ser humano por superarse a sí mismo. Desde los primeros días de su juventud, este extraordinario
deportista ha hecho del sacrificio y la renuncia el fundamento de una existencia dedicada al de-
porte, donde ha llegado a la más alta cima en medio del respeto y de la admiración, siendo siempre
amigo de sus amigos, generoso con todos y humilde ante el éxito. Su presencia hoy aquí me brinda
la oportunidad de enviar a todos los cubanos el más cálido mensaje de afecto.
El Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales a Silvio Zavala exalta la extensa y profunda
labor investigadora de este gran historiador nacido en ese país al que tanto amamos, México.
El doctor Zavala entiende la historia como un incansable diálogo con el pasado para esclarecer
sus enigmas y, a la vez, considera irrenunciable decir lo que se cree haber hallado. En su infatigable
labor de investigación destacan la objetividad y la profundidad, el rigor intelectual y la coherencia.
El padre Las Casas, a quien Zavala dedicó brillantes estudios, escribió que la correcta compren-
sión de los problemas solo se consigue «si se cava muy hondo hasta hallar los fundamentos».
Silvio Zavala ha cavado muy hondo hasta encontrar la ver-
dadera historia de la presencia de España en América tras el
descubrimiento. Ha derribado así muchos tópicos, sesgadas in-
terpretaciones y malentendidos acerca de una de las aventuras
más apasionantes de la humanidad en la que los españoles tu-
vieron el mayor protagonismo.
Por ello, su contribución a la hermandad entre los pueblos his-
panoamericanos quedará entre nosotros como el mejor legado de
este hombre que siempre ha querido educar en la verdad y en el
honor.
«Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendi-
do el arte de vivir juntos, como hermanos». Estas hermosas palabras de uno de los pioneros en la
defensa de los derechos humanos se alzan como una acusación ante los acontecimientos hechos de
sangre, intolerancia y odio que asolan la antigua Yugoslavia.
Allí, los soldados de las Naciones Unidas, los Cascos Azules, Premio Príncipe de Asturias de
Cooperación Internacional, realizan una tarea humanitaria que ha salvado muchas vidas, ha ali-
viado sufrimientos y muchas veces ha sido la única fuente de esperanza ante la desesperación y el
miedo. Su arriesgada misión, junto a la de las organizaciones humanitarias no gubernamentales,
es la más alta expresión de la solidaridad y nos recuerda las palabras del obispo español Pedro Ca-
saldáliga, quien escribió que «solo es solidario el que sufre con los que sufren, el que pierde a favor
de los que no tienen, el que se arriesga con los que viven en el riesgo de la muerte».
Nos llena de orgullo que entre esos soldados estén los de nuestro ejército, quienes, como recien-
temente ha dicho Su Majestad el Rey, han intentado estar siempre donde había más víctimas ino-
centes, dando testimonio y ejemplo frente a quienes las originaban. La abnegación, valor, dignidad
y generosidad con que realizan su misión nos emociona. Han conseguido unir más intensamente
aún a los españoles con su ejército. El sacrificio de algunos de ellos hasta la muerte ha conmovido
hondamente los sentimientos de todos, por lo que les dedico el más emocionado recuerdo. Que
sepan qué palabras más bellas quedan en mi alma como íntimo homenaje a ellos y a sus familias.
De la Castilla recia, austera y clara nos llega la voz de Claudio Rodríguez, Premio Príncipe de
«En este acto tan decididamente inspirado
en la exaltación de lo mejor de los seres
humanos, uno mi voz a los que claman por la
reconciliación y exigen el cese de la violencia.»
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