Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos - page 131

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Discurso VIII
Una vez más tengo el honor de asistir a este solemne acto, que ya forma parte indisoluble de las
manifestaciones culturales de nuestro pueblo, abiertas hacia el futuro.
Un futuro que provoca mi propia exigencia porque, junto con tantos españoles de mi genera-
ción, estoy en la edad de aprender, de aumentar mis conocimientos, de preparar mi integración en
los nuevos tiempos que se avecinan.
Confieso, con modestia de discípulo, que es muy satisfactorio y aleccionador contar con tan
buenos ejemplos como los que se deducen de los maestros hoy galardonados y que os encontráis
entre nosotros.
Estos premios que recibís son, como es lógico, muestra del reconocimiento a las obras y crea-
ciones en las diferentes actividades a las que dedicáis vuestra vida.
Pero realmente, somos nosotros quienes nos sentimos premiados al poder disfrutar, al poder
aprender, al poder descubrir las lecciones derivadas de infinitos mundos de la cultura, la ciencia y
el arte en las que sois figuras señeras y destacadas.
Aún están grabadas en mis ojos las imágenes de la Olimpíada a la que he tenido ocasión de
asistir recientemente en Seúl. Como joven de mi tiempo, me
ocurrió sin duda lo mismo que a millones de muchachos del
mundo entero: me sentí admirado al contemplar a cuantos con
encomiable sacrificio avanzan en la consecución de marcas y
perfeccionan sus cualidades físicas.
Vosotros sois también los protagonistas de una olimpíada
permanente del conocimiento, de la cultura, del espíritu. Nos
dais una lección de esfuerzo, de belleza y de generosidad, que
hace que nos sintamos más responsables cada día.
Asturias se convierte, en razón de estas sucesivas competen-
cias dilucidadas con la concesión de estos premios de creciente fama, en foro universal que ilumina
horizontes, establece interrogantes y proporciona soluciones.
Me corresponde, como es natural, referirme al futuro como incitación que a los jóvenes nos
hierve en la sangre. Pero el futuro no puede contemplarse como un salto en el vacío, como una
locura o aventura sin retorno. El futuro se basa en el pasado y se llena de energía en el presente.
Vosotros los premiados sois, como creadores, investigadores, artistas y pensadores, quienes habéis
de nutrir nuestra imaginación para que los años venideros no nos asusten y en ellos la humanidad
se haga más plena y más fecunda.
¡Ojalá sepamos extraer de vuestras obras todo el mensaje de vocación y de entrega que contienen!
Yo también tengo una vocación. La vocación de servir a España y a los españoles en la tarea que
me corresponde. Y un deseo de entrega a los demás, del que me siento muy orgulloso.
Señor presidente de la República de Costa Rica:
La vocación de España es la solidaridad con los países de Iberoamérica, cuya andadura es la
nuestra. Vuestro mensaje, como el de los estadistas que anteriormente nos han honrado en esta
patria común de la cultura y de la ciencia constituida por los premios de la Fundación, no quedará
en silencio.
Vuestro mensaje es como la savia que hace crear la vida. Llevad de mi parte a los jóvenes cos-
tarricenses un saludo que es compartido por todos los españoles.
Doy las gracias por su presencia al señor Samaranch y mi admiración por su importante labor
para que un deporte limpio, puro y desinteresado sirva a la educación y armonía de los pueblos.
Gracias asimismo a don Horacio Sáenz Guerrero, que representa en este acto la actividad,
siempre acuciante, del periodismo.
«Pero el futuro no puede contemplarse
como un salto en el vacío, como una locura o
aventura sin retorno. El futuro se basa en el
pasado y se llena de energía en el presente.»
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