Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos - page 199

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1981–2014. D
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Casi hemos agotado las palabras del vocabulario de la paz. Cuando las fiestas tocan a su fin, cuando
todos los premios han sido concedidos y las trompetas guardan silencio, debemos regresar a la
dura realidad de la vida cotidiana.
Nosotros, el presidente Arafat y yo, estamos intentando cambiar esta realidad enOrienteMedio.
Tenemos que trabajar, en ocasiones, en contra de la naturaleza humana, que busca venganza.
Intentamos convertir al enemigo en amigo. Intentamos mover las manecillas del tiempo hacia
delante; y, por encima de todo, no mirar atrás.
Porque detrás de nosotros hemos dejado cien años empapados de sangre. Hemos dejado
cementerios. Hemos dejado familias desconsoladas. Hemos dejado gentes discapacitadas en
cuerpo y alma. Hemos superado un conflicto que nadie creía —como muchos siguen sin creerlo—
que pudiera ser llevado a su fin. Yo sí creo que podemos vivir de otra manera.
Estoy convencido de que el presidente Arafat comparte conmigo este sentimiento: que el ser
humano puede vivir de otra manera. Basta ya de hostilidades que no conocen fin. Si no creyéramos
esto, no estaríamos aquí juntos esta tarde, para recibir este distinguido galardón, el Premio Príncipe
de Asturias; un galardón que aceptamos agradecidos, en nombre de nuestros pueblos y por su bien.
Mañana es viernes. En las mezquitas, los musulmanes rezarán a mediodía. En las sinagogas,
los judíos darán la bienvenida al sábado. Estamos aquí, en el escenario, ante ustedes, en España, y
rezamos por los fieles de ambas religiones. Rezamos para que gocen de paz y bienestar, rezamos
para que el proceso de paz en el que nos embarcamos hace más de un año tenga éxito. Está en sus
etapas iniciales; es vulnerable, frágil, y debemos protegerlo, pues la alternativa es demasiado cruda
como para imaginarla siquiera.
Señoras y señores, desde aquí, desde España, desde Madrid, desde la Conferencia de Madrid,
hemos emprendido este viaje, del que no puede haber retorno, y que continuaremos, a pesar
de los muchos enemigos de la paz. Sabíamos que cien años de derramamiento de sangre no
serían eliminados con un simple apretón de manos. Sabíamos que los recuerdos amargos no se
desvanecen con una sonrisa ante una cámara. Pero no podíamos imaginarnos hasta qué punto
llegaría el resentimiento de esos enemigos de la paz.
Lucharemos para impedirles que continúen derramando sangre, sembrando la muerte, el odio,
el sufrimiento y la agonía; sencillamente queremos que las cosas sean de otra manera. Seguiremos
buscando una vida en armonía, una vida en igualdad, una vida en paz.
Tenemos la esperanza de que todos los pueblos del mundo civilizado, incluido el pueblo español,
acudirán en nuestra ayuda. La pobreza y el hambre son también los estridentes enemigos de nuestro
sueño común. Cualquier ayuda prestada a los pueblos que buscan la paz —el pueblo israelí y el
palestino— es una bendición para todos nosotros. Una inversión en la paz es una inversión en la
vida.
Isaac Rabin
Premio Príncipe de
Asturias de Cooperación
Internacional
1994
En 1995, cuando fue asesinado, era
Primer Ministro de Israel desde
1992 y por segunda vez (su primer
mandato va de 1974 a 1977).
Fragmento del discurso ofrecido
con motivo de la entrega del Premio
Príncipe de Asturias de Cooperación
Internacional el 24/11/1994.
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