Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos - page 311

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lucharon aquí por salvar la cultura española, en medio de condiciones muy adversas y con intensa
dignidad. El catedrático de Derecho Romano Juan Iglesias lo hizo, en años muy difíciles, en la
universidad española; primero desde Oviedo, Salamanca y Barcelona y más tarde desde la Com-
plutense de Madrid, alcanzando su obra una importante proyección internacional.
Juan Iglesias ha llevado a cabo una intensa y ejemplar tarea de docencia e investigación, ense-
ñando durante más de sesenta años a generaciones de juristas españoles e iberoamericanos, deu-
dores de su sólida formación moral y jurídica, y felizmente contagiados por él para siempre de su
amor a la justicia. Sus estudios sobre el derecho romano, profundamente enraizados en su hondo
sentido de la moralidad, el respeto y la educación, dejan patente el substrato romano de la cultura
occidental; esa misma cultura que, llevada por el afán civilizador de España y mantenida por ins-
tituciones como El Colegio de México, fructificó en un nuevo continente.
Este Premio de Ciencias Sociales compartido nos invita a seguir cultivando el encuentro y el
diálogo entre culturas diversas. María Zambrano —exiliada en México y que en 1981 fue reco-
nocida con el primer Premio de Comunicación y Humanidades— nos dejó una frase que puede
resumir el desvelo de sesenta años de El Colegio de México y el de Juan Iglesias al decir: «Habéis
dejado en el silencio lo que más importa de cualquier vida personal: el sacrificio».
Cada año contamos con la presencia y el testimonio del arte y los artistas, compensación mara-
villosa a los penosos excesos que en ocasiones cometemos los humanos. El músico polaco Krzysz-
tof Penderecki, artista de excepción y gran amigo de España, recibe este año el Premio de las Artes.
En pocos creadores contemporáneos se funden a la vez, como en él, el talento innovador y el
gusto por la tradición, la maestría técnica y el aliento espiritual, el testimonio social y el lirismo. Es
Krzysztof Penderecki uno de los más grandes compositores del siglo xx, pero además es profesor,
intérprete y director de orquesta sobresaliente.
Su testimonio ha tenido que enfrentarse a situaciones sociales adversas y su música ha sido un
clamor de sinceridad y dignidad en unos años en los que los artistas sufrieron opresión y perse-
cución, bien por sus ideas, bien por su condición de intelectuales fieles a la creación en libertad.
Sus composiciones están ya para siempre entrañablemente unidas a la realidad y al espíritu de la
segunda mitad del siglo xx, marcada por el más impresionante
progreso humano y también por el más doloroso enfrentamien-
to entre los pueblos.
En las obras de nuestro premiado se conjugan en todo
momento la peor realidad con las aspiraciones del espíritu, la
presencia de su país y la de una fraternidad universalizada. Su
sinceridad, su inteligente utilización de las formas románticas,
su espiritualidad integradora, han hecho de este músico un ex-
cepcional comunicador. Es precisamente en ese carácter de co-
municar la música de manera conmovedora donde residen su
grandeza y originalidad.
Krzysztof Penderecki permite a nuestro tiempo hablar a través de la música. Por eso, de sus no-
tas se alzan la protesta y la aceptación, el pesar y la religiosidad encendida, lo divino y lo humano.
Le animamos a que lo siga haciendo.
Se ha concedido este año el Premio de las Letras a la escritora británica Doris Lessing. Nacida
en la antigua Persia, bien podemos decir que la geografía de su alma —más que la de los sucesivos
países en los que ha vivido— ha sido trazada con el conocimiento de la injusticia y el dolor ajenos.
Viajera de un país a otro a causa del destino laboral de su padre, ha hecho uso de su compasión y
de su rebeldía para luchar por una sociedad más humana y más justa. A través de su obra ha ido
dando forma a su compromiso contra el racismo, contra las desigualdades y en defensa de la mujer.
Con insobornable independencia se ha opuesto asimismo al enfrentamiento entre las culturas y a
los desastres de la emigración
.
Doris Lessing ha sido una adelantada en el tratamiento de muchos temas espinosos de nuestro
tiempo. Pero quizá sea su preocupación por los problemas de la condición femenina la que la dis-
«Ninguna causa, ningún proyecto, ninguna
aspiración colectiva puede servir de
argumento para practicar, alentar o justificar
ninguna forma de violencia terrorista.»
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