Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos - page 338

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eatro
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ampoamor
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de
octubre
de
2003
En Shiraz, lugar de peregrinación del gran poeta Hafiz, tropecé, en la persona de mi guía, con
una joven musulmana con velo en la cabeza que, según se demostró, era una voraz lectora. ¿Qué
autores extranjeros podían haber llegado hasta una estudiante así bajo el dominio de los mulás? ¿A
quién conocía por traducciones? Para mi sorpresa, su interés estaba consagrado a un español, del
que quería saberlo todo: Miguel de Unamuno. Ella no podía sospechar el curioso paralelismo de
nuestras experiencias vitales: Unamuno también fue para mí —hace ahora 55 años— el primero de
los autores españoles. La filosofía existencialista constituyó entonces, terminada la Segunda Guerra
Mundial, la caja de resonancia de la obra de Unamumo
Vida de don Quijote y Sancho
. Entretanto, el
clima intelectual ha cambiado, pero los textos de Unamuno no han amarilleado.
Aquel texto, por ejemplo, que trata la cuestión de cómo se hace una novela, ya es posmoderno en
su construcción. Tiene su origen en los años 20, cuando Unamuno, emigrado a Francia, se detiene
movido por la nostalgia en la frontera de su tierra vasca. En este esbozo de novela, Unamuno
reflexiona sobre el trabajo del escritor y analiza el mecanismo de la producción de mundos ficticios
observando su efecto sobre el lector. El personaje principal, el pobre Jugo de la Raza, se espanta
de tal modo ante la lectura de una novela que quema el libro, pero luego, presa de la curiosidad,
corre a buscar otro ejemplar, para volver a temer el final de la historia. En esta ambivalencia del
lector se debe desvelar la verdadera naturaleza de la ficción: por una parte, el autor depende de la
imaginación del lector, porque solo él despierta a la vida la literatura. Por otra parte, el lector solo
podría llenar el abismo entre literatura y vida extinguiendo su existencia cotidiana. Al devorar la
novela, tendría que dejarse consumir por la vida ficticia.
Unamuno no aborda esta paradoja de forma juguetona —como Italo Calvino—, sino con la
seriedad existencial de un catolicismo insondable, convertido en piedra en El Escorial. Tan solo un
libro, la Biblia, estaría a la altura del abismo entre literatura y vida. El lector creyente, que se adapta
a su mensaje, puede dejar atrás su existencia irreflexiva en la esperanza de una nueva vida. Tener
que imitar en vano ese modelo del «libro de los libros» describe la tragedia del escritor.
Jürgen Habermas
Premio Príncipe de
Asturias de Ciencias
Sociales
2003
Fragmento del discurso ofrecido
con motivo de la entrega del Premio
Príncipe de Asturias de Ciencias
Sociales el 24/10/2003.
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