Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos - page 376

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de
octubre
de
2005
inolvidables horas, les damos la bienvenida más cordial y les agradecemos su presencia en este
acto que encierra tantas promesas y esperanzas. Ensalzar los méritos de los galardonados, recom-
pensar su esfuerzo y reflexionar sobre su vida y su obra es para mí una tarea especialmente grata
y enriquecedora.
El Premio de Cooperación Internacional ha sido concedido a la magistrada francesa Simone
Veil. Además de presidenta del primer Parlamento Europeo elegido por sufragio universal, ha
desempeñado en él importantes misiones.
Es también miembro del Consejo Constitucional de Francia
y presidenta de la Fundación para la Memoria del Holocausto.
Como tal, trabaja para conseguir que no se olviden las atroci-
dades cometidas contra tantos millones de personas y que ella
sufrió al ser deportada con su familia al campo de exterminio
de Auschwitz. Porque informar al mundo de esos horrores es
la mejor manera de combatirlos; porque, como se ha escrito,
cuando los acontecimientos vividos por una persona son de tan
profundo y dramático alcance, el recuerdo y el testimonio se
convierten en un deber, pues si la vida ha sucumbido ante la muerte, resulta imperioso que la me-
moria salga victoriosa en su combate contra el olvido.
Simone Veil está convencida de que el futuro pertenece a quienes saben recordar y evitan, de
ese modo, repetir los errores del pasado. Afirma que la educación en la tolerancia, enseñar a los
niños de distintas culturas a vivir juntos y a los pueblos a cooperar entre sí, con sus diferentes re-
ligiones y orígenes, son fundamentales para crear nuevas generaciones de mujeres y hombres que
se nieguen a reproducir el horror.
De estas nuevas generaciones depende alcanzar el ideal, según sus palabras, de que Europa sea
«un lugar de libertad, de paz y de respeto a la dignidad humana». En una Unión Europea concebi-
da como modelo de convivencia y de integración, la actitud esperanzada y el europeísmo lleno de
fe de Simone Veil son un alentador ejemplo para todos.
También Europa tiene mucho que ver en la concepción de la realidad del profesor, politólogo y
escritor italiano Giovanni Sartori, Premio de Ciencias Sociales, que ha sabido responder con una
mirada abierta y lúcida a los problemas y a los retos últimos que se le están planteando a la sociedad
occidental. Giovanni Sartori ha tenido la fortuna de nacer en Florencia, en ese pequeño paraíso
toscano de la belleza y de la inteligencia, a cuya tradición de pensadores pertenece de pleno derecho.
Nuestro mundo se ha vuelto cada vez más complejo y diverso hasta hacerse a veces incompren-
sible a nuestro entendimiento. Por eso necesitamos la ayuda de personas que, como Sartori, sean
capaces de guiarnos entre tantas dudas y sombras hacia su comprensión, personas que pongan en
nuestras manos el hilo de Ariadna que nos redima del desamparo en que las contradicciones y las
limitaciones humanas, la diversidad cultural y los acuciantes problemas de un tiempo convulso nos
han colocado. Pues, como él mismo ha dicho, «nadie se interesa por las cosas que no comprende».
Giovanni Sartori es un pensador que explora el mundo con clarividencia, y a quien, como
decía el clásico, nada de lo humano le es ajeno. Temas tan controvertidos como la superpoblación
mundial, la inmigración, el multiculturalismo, las nuevas políticas, la democracia, los medios tec-
nológicos, el
homo videns
—algunas de sus preocupaciones más sobresalientes— han sido ilumi-
nados por su inteligencia y sus reflexiones.
Las lenguas han sido y seguirán siendo un factor primordial de convivencia y de aproximación
entre los seres humanos, un vehículo de comunicación y de difusión cultural entre los distintos
pueblos del planeta. Se comprende así la excelencia de la obra de los seis institutos culturales euro-
peos a los que este año se les ha concedido el Premio de Comunicación y Humanidades: la Alliance
Française, el British Council, el Goethe-Institut, el Instituto Camões, el Instituto Cervantes y la
Società Dante Alighieri.
En pocas ocasiones los méritos de comunicar y de humanizar se funden de una manera tan
certera y, a la vez, tan práctica. Las lenguas que hablamos los seres humanos están hechas, como
«Agradecemos a la Unesco su declaración
en la que reconoce la extraordinaria
aportación de nuestros premios al
patrimonio cultural de la humanidad.»
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