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Saskia Sassen

Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2013

En un momento en el que el mundo académico está siendo atacado cada vez más en países tan diversos como Afganistán y EE.UU., estoy profundamente agradecida por la labor de aquellos que reconocen el valor del mundo académico y nos otorgan un premio. Otorgar un premio es dar un paso en una trayectoria mucho más larga. Un gran premio no se cae ya hecho, ya diseñado, del cielo. Se hace. Y requiere trabajo e imaginación y pasión para hacerlo y para seleccionar a los galardonados.

La pasión por el descubrimiento, la reflexión, la interpretación es tan antigua como la humanidad. Más allá de los diversos nombres que se le ha dado a través del tiempo, desde el de espiritismo hasta el de construcción de algoritmos, es un trabajo que puede durar años, años obsesionando sobre un tema particular o sobre un rompecabezas.

Pero la creación de instituciones, de códigos, y de un gran número de invenciones e interpretaciones, aparece únicamente en determinados períodos. Y estos varían desde el período de alta erudición en China, pasando por las academias de la antigua Grecia, y de las grandes universidades en España y Francia en el medioevo hasta llegar a las universidades de nuestra modernidad. Todo esto requirió una gran cantidad tanto de trabajo como de eruditos y trabajadores dedicados.

Hoy este mundo del conocimiento está siendo amenazado, no sólo con ataques amplios y visibles, pero también a través de despliegues liliputienses, miles de pequeños cortes.

En este contexto, un premio que reconoce la erudición adquiere un significado especial. Donde en períodos anteriores puede haber sido una simple recompensa, hoy día tal premio se convierte en un apoyo activo al saber, un componente de un campo más amplio de la lucha por la autonomía académica.

Estimada y admirada Fundación Príncipe de Asturias, ustedes representan tal apoyo en este momento en el que la autonomía académica y la autonomía del conocimiento están bajo amenaza.

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