Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos - page 436

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octubre
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2009
Albania, mi país, y el vuestro, España, excepto una breve amistad en el siglo xv, no tuvieron nunca la
menor relación. Aunque la ruptura completa se produjo el siglo pasado, cuando mi país comunista,
distinguido en cuestión de ruptura de relaciones (esa fue, por así decirlo, su especialidad), cortó todo
vínculo con España.
Pero, como todo en este mundo, también el milagro de la literatura posee una tradición. En el
tiempo glacial del que hablaba más arriba, cuando entre mi país y España no iba ni venía nadie,
un caballero solitario, despreciando las leyes del mundo, cruzaba cuantas veces se le antojaba la
frontera infranqueable. Ya imaginaréis a quien me refiero: a Don Quijote.
Fue el único al que no consiguió detener aquel régimen comunista, para el que la cosa más fácil
del mundo era precisamente detener, prohibir. Don Quijote, ya como libro, ya como personaje
vivo, era tan popular en Albania como si lo hubiera engendrado ella misma.
Alguno podría encontrar la siguiente explicación para esta paradoja: Don Quijote estaba
loco, y no menos loco estaba el estado albanés, de modo que resulta lógico que los dos locos se
entendieran. Al tiempo que pido excusas por comparar la noble enajenación de Don Quijote con
la perversa insania de mi estado, permitidme que os diga que no fue así y que el paralelismo está
relacionado con otro fenómeno.
He hecho esta larga introducción para llegar al tema principal de mi breve discurso: la
independencia de la literatura. Don Quijote traspasaba la frontera albanesa porque era, entre otras
cosas, independiente. Cuando un escritor albanés, por una obra escrita principalmente en un
territorio y un tiempo comunistas, viene a recoger un premio de un reino occidental, eso sucede
porque la literatura es, por su propia naturaleza, independiente.
El debate es antiguo. Ha sido y tal vez continúa siendo la principal inquietud de ese arte. A
diferencia de la independencia de los estados, la de la literatura es global. De ahí que también su
defensa lo sea: global.
Eso no la torna más fácil. Por el contrario. La independencia de la literatura y las artes es
un proceso en desarrollo. Resulta difícil que nuestra mente capte sus verdaderas proporciones.
Acostumbrados a la independencia referida principalmente a los estados, las naciones e incluso
los individuos humanos, encontramos dificultades para llegar más lejos. Llegar más lejos significa
comprender que la no dependencia del arte no es cuestión de lujo, un deseo de perfeccionar el arte
mismo. Es un condicionante objetivo, es decir obligado. De lo contrario, ese universo paralelo no
se sostendría en pie. Hace tiempo que se hubiera derrumbado.
Ismaíl Kadaré
Premio Príncipe de
Asturias de las Letras
2009
Fragmento del discurso ofrecido
con motivo de la entrega del Premio
Príncipe de Asturias de las Letras el
23/10/2009.
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