Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos - page 344

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estética, a narrar sus experiencias, convirtiéndose en un escritor reconocido y respetado. Porque sus
libros no solo recogen de manera honrada y transparente lo visto y lo vivido en sus viajes, sino que
dan lecciones grandiosas sobre la pobreza y sobre lo que es aún más injusto que la misma pobreza:
la desesperanza en que viven los marginados por la falta de perspectivas y de oportunidades para
salir de ella.
Celebramos la concesión del Premio de las Letras a las escritoras Fatema Mernissi y Susan
Sontag, pues conforta comprobar cómo dos mujeres de culturas tan diferentes construyen sus
obras sobre unos mismos cimientos de diálogo y entendimiento, en esta hora marcada por tantas
tensiones y enfrentamientos, cuando tristemente habla con frecuencia el terror, cuando crece el
afán por anular y destruir violentamente las ideas ajenas.
La necesidad de entender sus mundos y la búsqueda de una comunicación completa son la
esencia de la actitud de ambas ante la vida. Así lo ha afirmado Fatema Mernissi, que ve en la pala-
bra el medio principal para lograr la concordia. Esta idea suya nos permite comprender mejor ese
camino —no exento de pruebas dolorosas y de dificultades personales— por el que esta escritora
marroquí ha ido avanzando con sutil inteligencia, sin abrir heridas, para que las mujeres de su
cultura puedan encontrar el lugar que les corresponde en este tiempo.
Dentro de su cultura, participa e impulsa el cambio de su país, Marruecos, un pueblo de ex-
traordinaria vitalidad, que se transforma y se abre con esperanza a un futuro mejor, que todos le
deseamos fervorosamente.
Por otra parte, desde su mirada diferente, Fatema Mernissi ha desvelado con ironía, conoci-
miento y sentido del humor muchas de las contradicciones que ha observado en Occidente, al
mostrarnos las carencias que ella ve en una cultura como la nuestra que, en ocasiones, impone a
las mujeres, merced a modas y formas de conducta interesadas, comportamientos que degradan
su dignidad.
Susan Sontag es autora de una frase muy lúcida, que nos sirve para destacar el sentido que
posee su trayectoria: «Yo creo que vale la pena seguir resistiendo», ha dicho. Ha vivido, en efecto,
resistiendo, anclada firmemente en sus convicciones más profundas, mostrándose contraria a toda
clase de fanatismos, siendo sensible a los problemas cotidianos, manteniéndose, en definitiva, li-
bre, con gran independencia intelectual. Así lo ha demostrado escribiendo numerosos libros en
los que transita por varios géneros literarios, como el ensayo, la
novela y el periodismo, admirables por su originalidad y rique-
za de ideas, pues, como se ha dicho, cuantos más puntos de vista
tengamos a nuestro alcance más cerca nos hallaremos de captar
la esencia de las cosas, la verdad que tanto buscamos.
Las autoras que comparten este premio son mujeres lucha-
doras en un tiempo conflictivo y en el que existen sociedades
extremadas que aún dudan en aceptar como igualitaria y plena
la condición de la mujer. Por ello, el esfuerzo por defender sus
ideas ha sido doblemente difícil y ha requerido un tesón espe-
cial, pero supone un motivo de alegría comprobar que galardones como el que hoy les concedemos
reconocen que su constancia vale la pena y que su tenacidad se premia con la dignidad que mere-
cen. Nosotros, afirmándolo con las palabras de un poeta árabe-español, creemos que llegan «como
el mejor de los enviados».
Desde siempre, nuestros premios han querido estar muy próximos a los problemas más vivos
de nuestros días. Nos alegra por ello la distinción otorgada a la gigantesca obra de Jürgen Haber-
mas la cual ha dejado —como se ha dicho— una profunda huella en campos tan diversos como la
filosofía, la sociología, la ciencia política, la teoría del derecho, la historia, la pedagogía o la teolo-
gía. Por ello, su pensamiento ha discurrido por cauces muy cercanos a las cuestiones que más nos
apremian. Él recibe este año el Premio de Ciencias Sociales.
Habermas es un hijo insigne de la lengua y la cultura alemanas, especialmente ricas y creadoras,
que nos han legado los más grandes frutos en las ciencias, las letras, las artes o el pensamiento.
«De muy poco servirían los derechos
humanos si no protegiéramos al mismo
tiempo el medio natural en el que
estos se ejercen y se disfrutan.»
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