Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos - page 361

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El doctor Krugman es uno de los economistas más brillantes de su generación. Ha sabido
combinar a la perfección el rigor académico con la comunicación de sus ideas a un público lector
muy amplio, de lo que dan fe el éxito de sus veinte libros y su labor como columnista en prestigio-
sos medios de comunicación internacionales. En sus artículos, convertidos ya en una referencia
inexcusable, denuncia con agudeza situaciones dominantes o de privilegio y lo hace con un estilo
nítido y trasparente que potencia sus ideas.
Inconformista y comprometido, Paul Krugman defiende la idea de una economía que luche
sobre todo contra las injusticias sociales y las desigualdades y la necesidad de que existan personas
con conciencia activa a favor de los más necesitados. «El mercado libre —ha dicho— es una herra-
mienta muy útil, pero no una religión». Un estado de bienestar
cada vez más sostenible debe ser un objetivo vital y prioritario
para todas las sociedades que buscan afrontar con eficacia los
retos de la globalización en este nuevo siglo, con vistas a alcan-
zar un desarrollo equilibrado y justo.
El periodismo de sentido más vivo y profundo ha sido prota-
gonista, en varias ocasiones, de nuestros premios. Vuelve a serlo
de nuevo con la concesión del Premio de Comunicación y Hu-
manidades al periodista francés de origen argelino Jean Daniel.
Combinando el rigor de una crítica viva y eficaz con un
tono de serenidad y de compromiso desde el entendimiento,
Jean Daniel ha permanecido fiel a los valores de independencia
y humanismo que lo distinguen en el panorama del periodismo internacional y que lo identifican
con intelectuales señalados y decisivos del pasado siglo, como Albert Camus o André Malraux.
Jean Daniel ha defendido con lucidez, y pese a las dificultades que se generan en un ambiente
tan complejo y lleno de intereses, que no se debe confundir el periodismo de contenido y de valo-
res con el espectáculo o lo puramente audiovisual y que la información veraz es todo lo contrario
de algunos mensajes, que él califica como perversos y temibles, y que en ocasiones nos proporcio-
nan los medios de comunicación.
El ejemplo de Jean Daniel, un periodista de nuestro tiempo y para nuestro tiempo, nos puede
servir de inestimable ayuda en el compromiso que a todos debe unirnos de construir los cimientos
que puedan sostener una sociedad más educada y culta. Una sociedad en que los medios de comu-
nicación permitan que los ciudadanos accedan a una información veraz que les proporcione los
elementos necesarios para formular juicios y criterios independientes.
El Premio de Cooperación Internacional, concedido al Programa Erasmus de la Unión Euro-
pea, nos remite de nuevo a Europa, a su cultura y —lo que es aún más importante— a su juventud.
Pocos proyectos ya consolidados son tan merecedores de este galardón como este programa de
intercambio educativo en el ámbito europeo. En él participan 2.000 universidades de 30 países.
Se trata, como ha señalado el jurado, de «uno de los más importantes proyectos de cooperación
internacional de la historia de la humanidad».
Los datos y las cifras sobre los positivos efectos educativos, culturales y sociales de un programa
tan ambicioso, hablan por sí solos del acierto y la visión de futuro de esta iniciativa, que refleja,
como ninguna otra, los ideales de paz, solidaridad e integración implícitos en el proyecto de cons-
trucción europea. Desde su creación en 1987, cerca de dos millones de jóvenes europeos han podi-
do realizar estudios en un país europeo diferente al de origen, han aprendido su idioma y se han co-
municado libremente con sus profesores y compañeros, compartiendo sus costumbres y su cultura.
Difícilmente podría concebirse un sistema que contribuyera de modo tan eficaz como ilusionante
al fomento del sentido de pertenencia y a la cimentación de la conciencia de ciudadanía europea.
El éxito del programa Erasmus da fe de los grandes beneficios que la percepción de las pecu-
liaridades propias y ajenas, el contacto entre las distintas lenguas y culturas y la comprensión de
las diferencias proporcionan a nuestra convivencia en el espacio europeo. En definitiva, ha puesto
de manifiesto la enorme importancia que, para la formación de la personalidad y la ampliación
«Alcemos nuestra mirada hacia nuevos
y esperanzados horizontes, guiados por
la idea de que los pueblos de España
unidos son la mayor garantía para la
estabilidad y el progreso de todos.»
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