Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos - page 473

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confianza y solo quienes creen en el ser humano, como sucede con los emprendedores sociales,
están en condiciones de afrontar con esperanza el futuro. Este es el valor de la Fundación Ashoka
y de los emprendedores sociales. Esta es la relevante e inteligente trayectoria de Bill Drayton, que
hoy distinguimos.
Los neurobiólogos Joseph Altman, Arturo Álvarez-Buylla y Giacomo Rizzolatti han recibido el
Premio de Investigación Científica y Técnica. Gracias a sus aportaciones sabemos más y entende-
mos mejor el cerebro humano, el órgano fundamental para ejercer las capacidades que hacen tan
singular a nuestra especie. Obligado es recordar aquí de nuevo a nuestro Santiago Ramón y Cajal,
fundador de la neurobiología, que a comienzos del pasado siglo ya intuyó que sería refutado el
dogma de la no-regeneración de las vías nerviosas centrales.
Precisamente Joseph Altman describió procesos de neurogénesis en el cerebro de mamíferos
desde los pasados años sesenta, formulando así la innovadora idea de que las neuronas cerebrales
pueden regenerarse. La plasticidad cerebral se convertía de esta forma en un hecho con base ana-
tómica bien fundamentada.
Arturo Álvarez-Buylla, mexicano de estirpe española y orgulloso de sus raíces asturianas, reto-
mó la tesis de Altman e identificó regiones germinales del cerebro, en donde se originan continua-
mente nuevas neuronas, así como las llamadas «células de glía», a lo largo de toda la vida y gracias
a las células troncales allí presentes. También ha profundizado en los procesos de migración de
esas nuevas neuronas para su inserción permanente en regiones cerebrales, lo que puede contri-
buir a abordar los problemas asociados a los tumores de este órgano.
Por último, Giacomo Rizzolatti descubrió la existencia de las llamadas «neuronas espejo», que
se activan no solo al realizar una acción, sino al observar cómo un congénere la realiza. Un descu-
brimiento que nos permite, como criaturas sociales que somos, entender las acciones, intenciones
y emociones de los demás, no solo con el razonamiento conceptual, sino también con la simula-
ción directa. «Sintiendo», afirma Rizzolatti, «no pensando».
Todos estos hallazgos e investigaciones han cambiado de manera profunda y definitiva nuestra
forma de entender el cerebro. Es fascinante saber en qué se fundamenta esa plasticidad cerebral,
gracias a la cual podemos aprender, sentir empatía, crear y comunicarnos. El trabajo de nuestros
premiados abre, además, nuevos caminos para el tratamiento de enfermedades neurodegenerati-
vas como el Alzheimer y el Parkinson, así como para explicar, y tal vez pronto tratar, trastornos
como el autismo.
Sentir es lo que hacemos, sobre todo, al leer los poemas y al
escuchar la música de Leonard Cohen, que ha recibido el Pre-
mio de las Letras. Sentimos la fortaleza de una obra hecha con
constancia, talento y sinceridad. Leer y escuchar a Cohen es, en
efecto, sentir la fuerza de quien escribe y canta directamente
para los corazones; sentir la sincera afirmación de que son poe-
tas como Lorca o Machado los que han iluminado sus dudas y
sus certezas más profundas; sentir también el compromiso de quien, sin olvidar su querida tierra
canadiense, ni a sus raíces ni antepasados, se adentra en la naturaleza humana, buscando respues-
tas, soluciones, una reconciliación que aproxime nuestros corazones, tratando de conseguir que
la poesía y la música se conviertan para siempre en un lugar de encuentro y de entendimiento
fraternal.
«No es por deciros nada/ sino para vivir eternamente/ por lo que escribo esto», nos dice Cohen.
Así, con irónico y agudo sentido del humor, con destellos de luz y de imaginación portentosa, sin
poder remediar la abundancia y la riqueza de ideas, de palabras, de notas, de cantos, así vive Leo-
nard Cohen. Varias generaciones leemos y escuchamos sus creaciones con admiración y respeto,
tarareando sus canciones, que forman parte ya de la historia de la música y de nuestra memoria
colectiva. Reconocemos su gran obra y le damos las gracias por su coherencia, por su belleza; por
no haber renunciado nunca a todo aquello que lo ha convertido en un artista admirado y admira-
ble, un amigo con el que recorrer los senderos de la vida y de la fuerza imparable del amor.
«Cumplamos cada uno con nuestras
responsabilidades y promovamos un espíritu
colectivo de superación, ilusión y esperanza.»
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