Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos - page 490

10
O
viedo
| T
eatro
C
ampoamor
| 26
de
octubre
de
2012
podemos sentirnos especialmente orgullosos de ayudar a mantener los niveles de eficacia y de
entrega de la Cruz Roja internacional, aportando el espíritu solidario que caracteriza a nuestra
sociedad y que hoy nos gustaría destacar de manera especial.
La ejemplaridad brilla asimismo en nuestros galardonados con el Premio de los Deportes, los
futbolistas Iker Casillas y Xavi Hernández. Ambos simbolizan, en palabras del jurado, «los valores
de la amistad y el compañerismo más allá de la máxima rivalidad de sus respectivos equipos». Son
un modelo para los jóvenes por su deportividad y buen juego, sin duda; pero también por su actitud
conciliadora y por esa amistad de años que ha sido destacada con motivo de la concesión de este
premio como un valor añadido fundamental a sus importantes éxitos deportivos. En definitiva,
premiamos en Iker y Xavi la grandeza de espíritu, la excelencia personal, además de la profesional.
Todos estos valores redundan en beneficio del deporte. Sabemos que son inherentes a las com-
peticiones deportivas la rivalidad, la ambición, la competitividad, los deseos de ganar al contrin-
cante, de conseguir más medallas, más trofeos, más triunfos que los demás. Pero, precisamente
por ello, es tan destacable comprobar cómo toda esa rivalidad y lucha deportiva se puede dar com-
partiendo una profunda amistad. Porque la amistad es afecto, sinceridad, comprensión, ayuda y
colaboración. Ahí radica la grandeza del ejemplo de Iker y de Xavi, de Xavi y de Iker; en su elevado
nivel de humanidad, en la altura de sus sentimientos, que hoy reconocemos.
Ellos, de alguna forma, también representan hoy aquí a to-
dos los que en el mundo del deporte cultivan estos valores hu-
manos, fomentan la convivencia y la solidaridad y administran
con prudencia el éxito y la fama.
Escribió el poeta alemán Goethe: «La civilización es un per-
manente ejercicio en el respeto. El respeto a lo divino, a la Tierra,
al prójimo y, por ende, a nuestra propia dignidad». Así, con un
enorme respeto por los seres humanos y por su dignidad, tra-
baja la Federación Española de Bancos de Alimentos, que ha recibido el Premio de la Concordia:
ofreciéndonos un extraordinario ejemplo de qué es civilización, un permanente ejemplo de justicia.
Hemos destacado ya, al hablar del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media
Luna Roja, el espíritu solidario que caracteriza a la sociedad española y cómo, en momentos de
especial dificultad, se hace más valioso y más necesario que nunca. Lo mismo sucede con los Ban-
cos de Alimentos. Su labor, tenaz y respetuosa con la necesidad de tantas personas, debe ser para
todos un motivo de orgullo pero también una ocasión única para la reflexión sobre las carencias y
dificultades enormes de tantos españoles.
Todos ellos saben que siempre pueden contar con los voluntarios de los Bancos de Alimentos
que son además, en una gran mayoría, personas ya jubiladas; personas que entregan su tiempo y
su esfuerzo para aliviar la necesidad ajena, para proporcionar consuelo a los que están sufriendo
de manera especialmente dura la crisis económica. Lo hacen además velando porque se cumplan
escrupulosamente las bases de gratuidad, justicia en la distribución, transparencia y promoción de
la solidaridad y de la cohesión social, sobre las que se cimenta su actividad.
El sueño de sus responsables es que los bancos de alimentos dejen algún día de ser una nece-
sidad social. Y al repetirlo aquí nos gustaría que la grandeza de ese sueño y la lección de su obra
sean asumidas por todos.
Señoras y señores:
Llega a su fin esta ceremonia de homenaje a la ejemplaridad a la que nuestros premiados han
dedicado sus vidas. La Fundación, desde 1981, pretende —como hoy— que las obras que más enal-
tecen a los seres humanos y sus sentimientos más nobles se ofrezcan desde Asturias a toda España;
y que la voz de nuestros premiados suene con fuerza en este teatro para que sean referencia y guía,
especialmente en los tiempos que vivimos.
Son tiempos extraordinariamente complejos y difíciles, sin duda. Pero no quisiera clausurar
este acto sin afirmar también que son tiempos de mirar hacia el futuro con esperanza y con res-
ponsabilidad, tiempos para la convivencia.
«Los españoles vivimos momentos decisivos
de nuestra historia. Estamos obligados a dar,
cada uno, lo mejor de nosotros mismos.»
1...,480,481,482,483,484,485,486,487,488,489 491,492,493,494,495,496,497,498,499,500,...528
Powered by FlippingBook