Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos - page 330

10
O
viedo
| T
eatro
C
ampoamor
| 25
de
octubre
de
2002
con ojos más humanos sino, y sobre todo, con los ojos de la poesía. En el fondo de su obra hay una
profunda crítica de la ciudad y de la sociedad en la que viven sus personajes, pero es esa atmósfera
poética que él pone en las escenas de su cine la que nos hace contemplarla en todo momento desde
la ternura y el humor. A todo ello se ha sentido muy cercano el público europeo, para el que no es
posible concebir el cine de nuestro tiempo sin la obra y la figura de Woody Allen.
Nuestra Fundación ha sido siempre especialmente sensible a los esfuerzos por defender la pro-
tección del medio ambiente y se ha preocupado por resaltar los beneficios que la humanidad puede
extraer de dicha defensa. Por eso nos satisface muy profundamente que se le haya concedido este año
el Premio de Cooperación Internacional al Comité Científico para la Investigación en la Antártida.
Los representantes de este organismo que hoy nos acompañan nos ofrecen el alto ejemplo de que to-
davía son posibles acuerdos generosos que se guíen movidos por el interés general de la humanidad.
Creado para coordinar la labor de investigación científica en la Antártida y para preservar ese
frágil y misterioso continente como territorio para la paz y para la ciencia, el Comité defiende con
su labor los intereses de todo el planeta. La firma del Tratado de la Antártida supuso un importante
avance, destinado a tomar medidas al margen de los interesados repartos territoriales. Preservar la
Antártida de la explotación avariciosa de sus recursos y guardarla cuidadosamente para los estu-
dios científicos y para el progreso pacífico, son algunos de los más altos fines que puede perseguir
y alcanzar la comunidad científica internacional.
España forma parte de los 32 países que desarrollan en la Antártida programas de investigación
y cuenta allí con dos bases científicas, la Juan Carlos I y la Gabriel de Castilla, y dos buques, uno de
investigación, el
Hespérides
, y otro de apoyo, el remolcador
Las Palmas
.
Deseamos que el reconocimiento a estos ideales que hoy hacemos desde España sirva también
de llamada de atención para resaltar los muchos valores que encierra lo que ahora se está haciendo
en aquel bellísimo y fascinante continente blanco; y que este reconocimiento sirva también para
que los gobiernos y los organismos internacionales dispongan de los medios que permitan llevar
adelante tan trascendentales tareas para el futuro de nuestro planeta.
Los hombres y mujeres que tan denodadamente trabajan en las estaciones científicas de la
Antártida son la vanguardia de un proyecto fundamental para la vida de quienes nos sucederán en
el viaje milenario de la humanidad. Pocas veces el esfuerzo de un pequeño número de científicos
ha podido velar, de manera más urgente y valiosa, por una causa tan noble y tan imprescindible.
La música, según su más antigua y hermosa definición de ser alimento del amor y de los sen-
timientos más sublimes, ha unido al excepcional intérprete y director de orquesta argentino de
origen judío Daniel Barenboim y al profesor y escritor estadounidense de ascendencia palestina
Edward Said en una valerosa tarea en favor de la convivencia y de la paz, por la que reciben el Pre-
mio Príncipe de Asturias de la Concordia.
Edward Said nos ha enseñado, con sus profundos análisis literarios, históricos y políticos, que
solo conociéndonos a nosotros mismos y a los demás, desechando aquellas ideas recibidas que en
algunos casos solo han servido para alimentar la confusión, examinándonos sin fáciles compla-
cencias y estudiando a fondo nuestro pasado, es posible hallar esa comunidad de proyectos, ideas
e ilusiones que fortalece al ser humano en su búsqueda de la felicidad.
Daniel Barenboim ejemplifica en su persona y en su actitud la repetida idea según la cual la
música es el lenguaje universal por excelencia, el que ayuda a saltar barreras, a borrar fronteras
geográficas, a aglutinar razas y mentalidades distintas; algo que constituye, por tanto, una herra-
mienta esencial en el camino hacia la concordia. Porque no podemos de ningún modo sentirnos
responsables ni herederos de los errores del pasado ni tampoco prolongar estérilmente su vigencia.
Por eso los ejemplos de Edward Said y de Daniel Barenboim señalan un camino posible en cuyo
recorrido no debemos desfallecer.
Ambos han querido encontrar en el diálogo y el humanismo la fortaleza para seguir creyendo
en la posibilidad de entendimiento entre los seres humanos, y lo han hecho con tenacidad y valen-
tía, ahora a través de la creación de una orquesta formada mayoritariamente por jóvenes judíos y
palestinos. Un proyecto conjunto de ilusiones, de arte y de esperanza que ha sido acogido, precisa-
1...,320,321,322,323,324,325,326,327,328,329 331,332,333,334,335,336,337,338,339,340,...528
Powered by FlippingBook