Saltar navegación. Ir directamente al contenido principal (Tecla de acceso S)

Fundación Princesa de Asturias

Sección de idiomas

Fin de la sección de idiomas

Buscar

Sección de utilidades

Fin de la sección de utilidades

  • Síguenos en:
#PremiosPrincesadeAsturias
Comienza el Menú secundario Fin del Menú Secundario

Está usted en:

  1. S.M. el Rey |
  2. Discursos

Discursos  

Comienza el contenido principal

Discurso de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias durante la ceremonia de los Premios Príncipe de Asturias 1992.

"Que sepan que he vivido
luchando por la vida y por la paz".

Acudo a estos versos de Blas de Otero para rendir homenaje a la obra del presidente De Klerk y de Nelson Mandela. Siempre en los poetas encontramos las palabras justas para definir las más hermosas tareas.

El camino hacia la concordia les ha unido en un diálogo que, pese a estar lleno de obstáculos, ha sido impulsado una y otra vez por su coraje, protagonizando así uno de los más hermosos ejemplos de cómo la buena fe y la generosidad transforman la soledad en compañía y la violencia en paz. Los progresos de su valerosa tarea nos recuerdan que para que en una sociedad impere la libertad y la justicia, como ya se decía en la antigua Grecia, la política debe estar subordinada a la moral.

La victoria sobre la gran tragedia del sida, una enfermedad que no sólo desorganiza las defensas inmunológicas del cuerpo sino también a la sociedad misma cuando se discrimina, margina o estigmatiza a quienes la padecen, es uno de los grandes retos de esta hora de la humanidad. Es hermoso ver cómo una mujer, Elizabeth Taylor, en la cumbre del éxito, transforma su vida en sacrificio y encabeza, en continuada dedicación, la más importante organización mundial no gubernamental, la Fundación Americana para la Investigación sobre el sida, para llevar sus nobles ideales a todos los rincones de la Tierra. Deseamos que este premio abra la esperanza entre quienes padecen la enfermedad, promueva la confianza en quienes puedan sentir el miedo a ella y sea también un homenaje a todos aquellos que en tantos frentes luchan por vencerla.

Idéntica admiración siento por los demás premiados, con quienes comparto la patria espiritual del idioma.

En Emilio García Gómez, Federico García Moliner, Roberto Matta, Juan Velarde Fuertes, Francisco Nieva y Miguel Induráin encuentro el vínculo común de un alma grande y el de una vida cimentada en el impulso ético.

En un año tan significativo para España como es éste, en el que se conmemoran tantos hitos de nuestra historia, no podría haber encontrado la Fundación -y por ello felicito a sus jurados- mejor representación del espíritu y de los anhelos de estos Premios. Y al expresar este agradecimiento a los jurados, que con tanto acierto han ejercido su misión, quiero dedicar un recuerdo muy especial, lleno de afecto, a la vez que de profundo pesar, a Don Antonio Pedrol Ríus, que presidió uno de ellos y a quien recientemente hemos tenido la desgracia de perder.

Hace unos días regresé de Chile, país que visitaba por primera vez y donde volví a encontrar la huella de España. También por primera vez, un chileno recibe este galardón, y quiero aprovechar estos momentos para enviar mi profunda gratitud al presidente Alwyn y al pueblo de Chile por su hospitalidad y la cariñosa acogida que de ellos he recibido. Matta, creador de signos y espacios, es un artista singular que honra a Chile y a Hispanoamérica. Su fantasía e imaginación serán reconocidas en la Historia del Arte, así como su influencia en generaciones de artistas de Europa y de la otra orilla del Atlántico.

Difícil resulta resumir la vasta, fructífera y singular obra de Emilio García Gómez, cuya admirable vitalidad es tan grande como su modestia. Humanista de primer orden, español sabio, ha logrado con su trabajo que una de las raíces culturales de España, la que nos enlaza con el mundo árabe, se mantenga viva y fértil.

Federico García Moliner es uno de los más destacados representantes de la España que goza de prestigio internacional en el Campo de la Ciencia. Quiero resaltar de él no sólo su faceta de investigador científico, donde ha conseguido éxitos notabilísimos en el campo de la física del estado sólido, sino también su decidida apuesta por la Ciencia española, al renunciar en el extranjero a condiciones económicas y materiales excepcionales y regresar a España para incorporarse ilusionadamente al quehacer común de su patria.

Trabajador sin tregua, erudito, padre espiritual de varias generaciones de economistas, heredero de las mentes más claras de la Ilustración asturiana, Juan Velarde Fuertes es un modelo por su independencia de juicio y por el rigor de sus investigaciones, así como por la generosidad con que las transmite.

Por primera vez un dramaturgo recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Francisco Nieva es una personalidad extraordinaria que con su obra ha sabido, de manera inconfundible, aunar las vanguardias más importantes de nuestro siglo con la más brillante tradición del teatro.

Los mejores rasgos de la juventud española tienen en Miguel Induráin un reflejo tan natural como espontáneo: sacrificado, sencillo, leal con sus compañeros y generoso con sus rivales, afectuoso con quienes le admiran, este gran deportista posee una biografía profesional que, a pesar de su riqueza, aún está abierta a sus mejores días.

En este día en el que España expresa al mundo mediante este acto su admiración por quienes dejan obra por la que muestran que vivieron, como pedía Nebrija a los hombres, quiero recordar mis visitas a la Exposición Universal de Sevilla, donde vi la fuerza y la imaginación de la España de nuestro tiempo. Con especial emoción quiero recordar también el momento en que tuve el honor de encabezar, llevando la bandera de España entre mis manos, la delegación de deportistas de nuestro país en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona.

Deseo que este recuerdo emocionado vaya acompañado de mi felicitación a nuestros deportistas por sus éxitos, así como a tantos otros compatriotas que, a lo largo del año en que conmemoramos el Quinto Centenario del Descubrimiento de América, han hecho posible, con su ilusión, entusiasmo, imaginación y generosidad, que los españoles, como un día pidió Unamuno, pasásemos de soñar a poner en obra lo soñado.

Fin del contenido principal

Sección de utilidades

Fin de la sección de utilidades