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Diario "El Espectador" y Diario "El Tiempo" de Colombia

Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 1987

El Jurado quiere destacar así el papel de los medios informativos como portavoces y defensores de las más nobles demandas de la sociedad civil.

Diario El Espectador

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Fundado 1887 por Fidel Cano Isaza, en la ciudad de Medellín, es el periódico más antiguo de Colombia, uno de los más antiguos de América y el de mayor trayectoria en la historia del país. El Espectador ha destacado desde su fundación por su lucha constante en favor de las libertades; en los últimos años ha efectuado una valiente denuncia del narcotráfico colombiano.

Concebido como un instrumento de defensa de la patria y los criterios liberales, el desempeño de esa función motivó su cierre por parte del Gobierno cuando apenas llevaba un mes en la calle. Después de varios intentos, en 1896 consiguió regularizar su publicación, manteniendo la reducida paginación de sus inicios, que se mantendría hasta 1913, cuando pasó al gran formato.

En 1915, la sede del diario se trasladó a Bogotá; cuatro años más tarde se convirtió en periódico de circulación nacional. Al fallecer Fidel Cano fue sustituido por su hijo Luis, que permaneció al frente del rotativo hasta 1949, coincidiendo su abandono con la censura establecida por el gobierno de Mariano Ospina Pérez sobre la prensa. Gabriel Cano le relevó en el cargo, afrontando la dura etapa de la dictadura del general Rojas Pinilla, en la cual, el 6 de septiembre de 1952, El Espectador fue asaltado, saqueado e incendiado. Aunque a los pocos días el periódico volvía a salir, desde unas oficinas prestadas, en 1956 la férrea censura dictatorial obligó a tomar la decisión de cierre, en espera de mejores tiempos.

En 1958, derrocado el dictador y con el Frente Nacional en marcha reapareció como periódico matinal. Seis años más tarde el periódico compró un edificio, donde se instaló una nueva rotativa y comienzó a fraguarse la era actual del diario. En los años setenta la edición dominical se acompañó de un suplemento en formato de revista. Al comienzo de la década de los ochenta muere Gabriel Cano, pero la línea sucesoria de la familia se mantiene en la figura de Guillermo Cano Isaza, que asumió la titularidad de la dirección. Con el cambio de dirección se inició una lucha sin cuartel contra el grupo "Gran colombiano", un importante imperio financiero, al que El Espectador acusó de "manejos dudosos" del dinero de los ahorradores. Esta campaña motivó fuerte presiones empresariales, que se tradujeron en el recorte de publicidad del diario. A este proceso se le conoció como la "tenaza económica contra la prensa". En 1984 el grupo de investigaciones especiales de El Espectador recibió el Premio Nacional de Periodismo por su trabajo sobre el grupo "Gran colombiano". También en esos mismos años, en torno a 1980, comenzó a denunciar las operaciones de los narcotraficantes y su director, en su columna titulada "Cuaderno de apuntes", puso al descubierto, con nombres propios, la oscura trama del tráfico de drogas en Colombia. El 17 de diciembre de 1986 Guillermo Cano Isaza fue asesinado a la salida del trabajo. Sus hijos, Juan Guillermo y Fernando Cano, recogieron su bandera, fieles a la consigna fundacional de El Espectador. En el editorial publicado al día siguiente de la muerte de su padre podía leerse la frase: "Seguimos adelante". A pesar de que El Espectador había sido durante casi todo el siglo XX, después de El Tiempo, el diario de mayor circulación en Colombia, las dificultades económicas se fueron agravando y el 12 de noviembre de 1997 la familia Cano vendió la mayoría de sus acciones en la empresa Comunican S.A. al industrial Julio Mario Santo Domingo. El 1 de marzo de 2010, el diario se convirtió en el primero del país en imprimirse integralmente utilizando tintas ecológicas fabricadas con aceites derivados de la soya, lo que se constituyó para sus directivos en «un paso más en el compromiso de la casa editorial con la protección del medio ambiente». Desde julio de 2012, la Biblioteca Nacional de Colombia puso a disposición del público una versión digital de la primera edición del diario, a la cual se puede acceder de manera gratuita desde el sitio web de la institución.

Diario El Tiempo

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Fundado en 1911, en la ciudad de Bogotá, El Tiempo es el periódico más importante de Colombia, con un compromiso constante y firme con las libertades y la democracia.

Su fundador y primer director fue Alfonso Villegas Restrepo, pero dos años después su cuñado, Eduardo Santos Montejo, lo compró en su totalidad. Santos había colaborado en el periódico desde su segundo número, enviando artículos desde Europa, donde residía. Desde 1913 el nombre de El Tiempo ha estado unido históricamente al apellido Santos, familia de la que prácticamente todos sus miembros trabajan en el diario. Eduardo Santos defendió durante todo el tiempo que estuvo al frente de "El Tiempo" su absoluta independencia. Su hermano Enrique, autor de una de las columnas periodísticas más leídas de Colombia --bajo el seudónimo "Caliban"-- le reemplazó en la dirección en 1917. Enrique Santos modernizó notablemente el periódico, comprando en 1918 una linotipia en Europa y en 1924 una rotativa dúplex tabular de 24 páginas. A partir de entonces El Tiempo"es el primer diario colombiano en difusión e influencia.

La lucha de El Tiempo en favor de las libertades y la democracia suscitó reacciones violentas de aquellos contra quienes iban dirigidas sus páginas. En 1952 las instalaciones del diario fueron incendiadas. Trece años después la dictadura del general Rojas Pinilla ordenó su cierre, al haberse negado Eduardo Santos a publicar un comunicado del gobierno militar, por considerar que la publicación de dicho texto chocaba con los postulados del periódico y su propia dignidad.

En los años sesenta y setenta experimentó un proceso de crecimiento y desarrollo, guiado por Roberto García Pena, quien lo dirigió desde 1939 hasta 1981. En esa última fecha le relevó en el cargo Hernando Santos Castillo, que lo ocupó hasta su muerte en 1999Tras la muerte de este, asumieron el cargo los últimos directores de El Tiempo pertenecientes a la familia Santos: Enrique Santos Calderón y Rafael Santos Calderón. En 2007 se concretó la adquisición del 55% de las acciones del periódico y el 40% de City TV, por parte del Grupo Planeta. Esto vino a significar, poco después, la llegada a la dirección del periodista Roberto Pombo. Luis Fernando Santos ocupó el cargo simbólico de presidente de la junta directiva, hasta que este fue suprimido. En la actualidad, únicamente queda Rafael Santos Calderón como director de publicaciones.

La nueva versión de su diseño se presentó el 3 de octubre de 2010, cuyo desarrollo estuvo a cargo del creativo cubano Mario García. Las opiniones acerca de la nueva imagen del diario están divididas, pues incluso algunos redactores del periódico han señalado que se puso lo visual por encima de la calidad de la información. El domingo 30 de enero de 2011, El Tiempo cumplió 100 años y para celebrarlo publicó un especial de 128 páginas, junto a la edición noticiosa de aquel día. Igualmente, en el portal de internet, se colgó una versión digital conmemorativa del centenario. Ante el fracaso del proceso de la licitación para el tercer canal privado de televisión nacional, en el que estaba concursando el Grupo Planeta para lograr la adjudicación, y por ende, El Tiempo, el conglomerado inversionista español puso en venta su participación en la propiedad de la Casa Editorial. La negociación, mediante la cual el grupo económico del empresario colombiano Luis Carlos Sarmiento Angulo adquirió la parte del Grupo Planeta, quedó concretada entre marzo y abril de 2012. De esta manera, Sarmiento Angulo, que ya tenía un porcentaje accionario menor (el 33%), pasó a controlar el 88% de las acciones del periódico. Poco después, compró la participación accionaria de la familia Santos y Abdón Espinosa Valderrama, convirtiéndose así en el único propietario del periódico.

Desde sus páginas se ha puesto en evidencia el movimiento de dinero negro de los negociantes de la droga, lo que ha motivado que el periódico y sus directivos reciban constantes amenazas.

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