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Miguel Induráin

Premio Príncipe de Asturias de los Deportes 1992

Miguel Induráin Larraya​ (Villava, Navarra, España, 1964 - ) es uno de los ciclistas más destacados del panorama internacional. Mide 1,88 metros y habitualmente pesa unos 80 kilos, lo que supone una envergadura inusual para un ciclista. Sin embargo, cuenta con un cuerpo perfectamente preparado para la práctica deportiva, ya que su ritmo cardíaco suele estar limitado a unas 30 pulsaciones por minuto y posee una sorprendente capacidad de recuperación tras la realización de un gran esfuerzo físico.

Desde que en 1983 obtuviera el campeonato de España de aficionados, su carrera deportiva ha sido una constante e imparable progresión que le ha llevado, tras 1986 -año en que ganó el francés Tour del Porvenir, actual Tour de la Comunidad Europea- a obtener numerosos éxitos. Entre ellos, la Vuelta a Cataluña (en 1988 y 1991), la París-Niza (en 1989 y 1990), la medalla de bronce en los campeonatos del mundo de 1991 (en Stuttgart), el Giro de Italia (1992) y, en dos años consecutivos, el Tour de Francia (1991 y 1992), sin duda la carrera ciclista por etapas más importante y prestigiosa del mundo y en la que ha sido el cuarto español en conseguir la victoria, tras Federico Martín Bahamontes, Luis Ocaña y Perico Delgado.

La práctica totalidad de su vida ciclista ha estado ligada a la de Eusebio Unzué -quien lo descubrió- y a la de José Miguel Echávarri, ambos responsables deportivos de los equipos en los que ha militado Induráin: Reynolds, primero, y Banesto, después.

Auténtico especialista en las etapas contrarreloj, pero considerado un ciclista muy completo y con posibilidades en casi todos los terrenos, Induráin fue uno de los integrantes de la selección olímpica española en los Juegos de Los Ángeles'84, antes de convertirse definitivamente en profesional. Además de su innegable valía como profesional del ciclismo, Miguel Induráin reúne destacados méritos humanos que se han puesto de manifiesto en todo momento a lo largo de su vida deportiva y que han sido elogiados siempre por sus compañeros y competidores. Su personalidad, carácter y temperamento, así como su carisma y su sencillez y modestia han brillado siempre a la misma altura que su calidad deportiva.

Miguel Induráin también ha colaborado continuamente en la promoción del ciclismo, tanto como deporte profesional como en la faceta de deporte aficionado que aún conserva.

Su brillante trayectoria le ha llevado a recibir numerosas distinciones como la de Ciclista español más combativo del año, Segundo deportista europeo, Premio Sabino Arana de Deportes y "Mejor deportista español", todos ellos por su trabajo durante 1991.

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